martes, 30 de septiembre de 2008

DESDE LA OTRA ORILLA




Por: José Aguilar
E-mail: Jose_lagodecoatepeque@yahoo.es

LOS PRIMEROS INDICIOS DE PRIVATIZACIÓN DE LOS AL REDEDORES DEL LAGO DE COATEPEQUE APARECIERON CON LA LLEGADA DEL GENERAL ALFREDO LARA.

Los tiempos de libre acceso al lago de Coatepeque han terminado para las familias que habitan en los caseríos y colonias aledañas. Ahora, de los siete bajaderos públicos que existían, solo quedan dos, los cuales están en riesgo de ser cerrados, debido a la construcción de nuevas quintas.

A parte de estos dos bajaderos, la única manera de acceso que tienen los pobladores es a través de un amigo o conocido que sea cuidador de quinta -también se le conoce como guardián- para que les permita ir a bañarse o pescar. Pero no puede ser todos los días, pues si el propietario descubre que su empleado les concede permiso, corre el riesgo de ser despedido.

Las personas que tienen muchos años de residir en el lugar todavía recuerdan los tiempos en los que no necesitaban pedir permiso para ir abañarse, pescar y lavar sus ropas. Tal es el caso de Eduarda Batres, de 74 años, quien recuerda que a mediados del siglo pasado el lago era libre. “Yo era cangrejera y no había quien me regañara, pero fue viniendo el general Lara y prohibió el acceso a la isla.” De igual forma, su esposo Gumercindo Galán, de 80 años, comentó que “antes se podía caminar por la playa a toda hora porque no había quintas de ricos.”

Antecedentes
La llegada del general Alfredo Lara, en tiempos del Presidente Hernández Martínez, marcó los primeros indicios de privatización en la zona. Tenía una finca en Vuelta de Oro y no les permitía a las personas pasar cerca de su terreno. Luego llegó a la isla Teopán (palabra en náhuatl que traducida al castellano significa 'cerro de culebra'). Nadie sabe con exactitud quién le vendió la isla Teopán[1] al general. De lo que sí están seguros los pobladores es que les quitaron el acceso al lugar. El general cultivó la tierra de la isla y también crió ganado. Años más tarde, repartió tierra a sus familiares y vendió gran parte al señor Cabrales, quien inició la venta de los primeros terrenos para construir quintas o ranchos de lujo en la isla.

Los pobladores afirman que las quintas comenzaron a expandirse en los contornos del lago a partir de los 80s, pero su mayor auge fue de los 90s en adelante. El fenómeno que permitió el aumento de la construcción de quintas, según algunas personas, fue los Acuerdos de Paz, firmados en 1992, pues se propició un clima de más seguridad para el pueblo salvadoreño; y eso atrajo a inversionistas y empresarios extranjeros que, en su mayoría, son los dueños de las quintas. “Cuando yo conocí este lugar, había pocas quintas”, dijo Rufino Pacheco, de 64 años, habitante del lugar, “y como casi todo era libre, uno podía bajar a bañarse, pescar y hasta quedarse a dormir”, recordó con una expresión de tristeza en el rostro.

Sin duda alguna, las personas que vivieron la época previa al cierre de los alrededores del lago y gozaron de él, tienen una historia que contar a su descendencia, la cual ya no goza de ese privilegio.

AL OTRO LADO DE SU ATRACTIVO TURÍSTICO, EL LAGO DE COATEPEQUE POSEE UNA CARA DE PRIVATIZACIÓN, INJUSTICIA Y DESIGUALDAD QUE AFECTA A LOS HABITANTES DEL LUGAR.

Uno a uno fueron cerrando los bajaderos públicos para construir quintas, donde muchos ricos de El Salvador y dueños de empresas transnacionales pasan los fines de semana y períodos de vacaciones. Por la noche, los alrededores del lago se visten de luces que lo adornan; de día la brisa refrescante y los rayos del sol que se reflejan en el agua resaltan la belleza natural. Este paisaje es considerado como uno de los más bellos del mundo, debido a su atractivo natural y a las decenas de ranchos lujosos en su contorno.

Sin embargo, este lindo paisaje esconde tras su hermosura problemas a los que se enfrentan a diario sus 7 mil 694 habitantes, los cuales están distribuidos en los 24 kilómetros cuadrados que conforman el área geográfica del lago de Coatepeque en Santa Ana.

Privatización
Desde el inicio de la década de los 90s en la que se expandieron las quintas, los niveles de agua del lago comenzaron a disminuir de forma considerable, a tal grado que cada año disminuye su caudal. La época de invierno le permite recuperar agua y subir su nivel, pero, aún así, cada año deja varios metros de tierra al descubierto.

Ante este fenómeno, las cooperativas vendedoras de terrenos que están a la orilla del lago, aprovechan para vender hasta estos metros de tierra liberados por el descenso del nivel de agua. Si el terreno es comprado, el nuevo dueño construye una cerca o muro desde la calle hasta adentro del lago para evitar que personas desconocidas entren al terreno.

“Ahora, como todo está cerrado, los pobres ya no tenemos acceso, vivimos en el lugar pero estamos privados del lago. Todos sabemos que nuestro territorio termina desde el muro que está en la otra orilla de la calle”, expresó José Ramírez, de 52 años, presidente de la Asociación de Productores Agropecuarios (APA). “Han cerrado cinco bajaderos: el de Constitución, el de Potrerillos, Vuelta grande, La Chorrera, -donde hoy está el Club Coatepeque-, y el de las Minas”, añadió. Las zonas afectadas son: Los Planes de la Laguna, Vuelta Grande, Potrerillos, Vuelta de Oro, La Bendición, Monte Bello, Los Pinos, Las Lajas, y Las Minas.

Ramírez, quien ha seguido desde muy cerca este problema, señaló que la construcción de Muelles y cercas dentro del lago “es una violación al Código Civil, en el cual está contemplando que se deben dejar 15 metros de playa libre, donde nadie debe construir porque le pertenece al Estado.”

La delegación policial de la zona también se ha visto afectada por el cierre de la playa. El agente Mena Civirián considera que “Ahora ya no se puede patrullar porque todo está cerrado, incluso hay unos vigilantes que, aunque uno ande uniformado, no lo dejan entrar.”

El tema de la privatización y cierre de bajaderos públicos cobró auge en 2005, a tal grado que algunos medios escritos publicaron noticias sobre el problema. El País, un semanario que se distribuye en la zona occidental, fue el que más resaltó la noticia. En su primera publicación del mes de septiembre divulgó una nota con el titular “Ocho mil habitantes de la zona piden la no privatización de la playa del lago”, como respuesta a las peticiones y preocupaciones de los pobladores. Pero desde la erupción del volcán Ilamatepec, ocurrida el 1 de octubre del mismo año –y que obligó a los pobladores a evacuar la zona-, las personas desviaron la atención del problema. Ahora que regresaron al lugar, han vuelto a encontrarse con la misma situación.

“ALGUNOS PESCADORES Y HABITANTES DEL LUGAR HAN RECIBIDO ABUSOS POR PARTE DE ALGUNOS VIGILANTES Y DUEÑOS DE QUINTAS”

Injusticias
Los maltratos propiciados por algunos dueños de quintas y sus vigilantes hacia los pescadores, se han vuelto frecuentes y, al parecer, este problema sigue sin solución. “Yo conozco algunos casos de pescadores que han sido, no sólo agredidos, sino que hasta les han disparado por pasar con sus lanchas cerca de los muelles”, explicó Elín Jordán Barreta, director del Complejo Educativo Fe y Alegría la Merced, ubicado en el Cantón los Planes. “Más que una violación a los derechos humanos, también es una violación a la Ordenanza Municipal, en la cual está estipulado que no se puede construir a 20 metros de la orilla del lago, por tanto no tienen derecho a regañar a nadie”, señaló con un tono enérgico para mostrar su descontento con la situación.

Otro problema que se suma al paquete es la falta de agua potable en las comunidades o colonias aledañas. Ante esto, cada colonia busca con ahínco la manera de abastecerse del vital líquido. La colonia Vuelta Grande es un ejemplo de ello. Desde hace un año, un grupo de mujeres se organizaron para realizar un proyecto de agua que lleva por objetivo abastecer a la colonia.

“Somos 13 mujeres y nuestro prioridad es que toda la colonia tenga agua”, expresó Donamín de los Ángeles Taboada, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres. Como no cuentan con un fondo para financiar el proyecto, se dedican a realizar actividades como la de “mis chiquitita”, realizada en agosto de 2008, que consistía en coronar reina a la niña más bella. Con los fondos obtenidos en dichas actividades, desean comprar una bomba nueva para poder cumplir con su cometido. “El problema que hemos encontrado es que no hay un lugar adonde colocar la bomba porque todo está cerrado”, aseguró Donamín.

Afectados hablan de tomar medidas
Como la brecha entre ricos y pobres está bien marcada en el lago de Coatepeque, algunas directivas, incluyendo el centro educativo de los planes, consideran que el problema, si bien no tienen solución, puede contrarrestarse si todas las colonias y comunidades participan.

“Hay que seguir denunciando en los medios de comunicación hasta que las autoridades correspondientes escuchen el llamado”, considera José Ramírez, presidente de la APA. Esta opinión es compartida por Elín Barrera, director del complejo educativo, quien además propone que “se deben aumentar las exigencias hacia las autoridades municipales a través de la Corte Suprema de Justicia, para que se respete la Ordenanza Municipal.” Ante esto la Pregunta que surge es ¿Podrán los pobladores revertir el problema y volver a tener acceso al lago? ¿Se reducirá la brecha entre ricos y pobres?





[1] Nombre de la isla que se encuentra en el centro del lago de Coatepeque.






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