lunes, 22 de marzo de 2010

CUIDADO CON LUCRARSE DE MONSEÑOR ROMERO


Siempre que se habla en bien de alguien es porque se le admira. Ya sea por lo que dijo, hizo o simplemente, las dos cosas. Muchos salvadoreños y extranjeros admiran a Monseñor Romero. Yo he escuchado y leído un poco sobre su legado.

Antes de todo, me parece importante reconocer el valor que tuvo para enfrentarse al sistema de los años 70s, más aún por ser una época en que la guerra se gestaba. Como aprendí en una clase, era “la preguerra”. Quizá yo no hubiera tenido el valor que Romero tuvo. A lo mejor me hubiera escondido porque soy muy miedoso.

Y como dijo un profesor de una materia que cursé hace dos años, “la historia es la que se encarga de reconocer a los personajes que marcaron un período u época en un país, región o lugar determinado.” Romero ha sido premiado.

Pero el motivo de escribir este texto no es para decir lo que muchos ya dijeron sobre Romero, sino para reflexionar un poco a cerca de las noticias han aparecido en muchos medios escritos y que me han generado un poco de preocupación.

Considero que en los últimos años ha crecido de manera considerable el número de personas que admira a Monseñor Romero y su legado, debido a que la noticia se ha extendido alrededor del mundo. Me atrevo a decir que muchos visitan El Salvador solo para venir a conocer más sobre su historia y legado. Pero la mucha publicidad me ha dado de qué pensar. Los medios escritos han dado mucha información sobre el tema que, al final, más me parece pura publicidad.

Me gustaría recordar un dicho que me enseñó mi abuelo: “la mucha miel empalaga.” Allí radica el problema. Monseñor Romero tiene, y se creó así mismo, una buena imagen: NADIE PUEDE NEGAR SUS BUENAS OBRAS. Y por ello, es que me muestro en contra de la exagerada publicidad que puede tener como fondo llamar turistas u otros objetivos... Alguien puede lucrarse de ello y eso no me parece correcto. Por allí podría iniciar la deformación de la imagen de un personaje salvadoreño que ha trascendido las fronteras.

Se acerca el 24 de marzo. Respetemos su imagen.

jueves, 11 de marzo de 2010

EL CELULAR Y LA SOCIEDAD ACTUAL


Es increíble cómo las nuevas tecnologías han pasado a ser parte imprescindible para el día a día de muchos de nosotros. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación son necesarias hasta para que en este momento leas este texto.

Hoy, todo es más rápido. Los correos, las llamadas telefónicas, etc., hacen las cosas mucho más ágiles. Incluso, han venido a desplazar muchos de los inventos antiguos. Recuerdo que antes, en el cantón donde vivo, solo había un teléfono. Las personas hacían grandes colas para esperar su turno. Muchos aprovechábamos para hablar con la persona que tenías a la par.

La vida era un poco más tranquila. No había tanta agitación como ahora. Desde que aparecieron los celulares, la vida es más aislada, más privada y todo es más rápido. Si poseo un celular, es muy probable que me localicen en cualquier hora y lugar. Antes esto no era posible.

Algo tan sencillo como un aparato celular ha logrado minimizar las relaciones interpersonales. Pero el colmo de los colmos no es Estocolmo. El colmo de los colmos es que, en la actualidad, si quiero tener una relación de noviazgo, una aventura sexual, cualquier cosa, el celular me lo permite. Hasta consejos me mandan a través de mensajitos de texto para aconsejarme. Para describir esto no creo correcto decir: ¡es increíble! Porque es más acertado decirlo al estilo árabe: “Maktub”, está escrito.

Hasta las personas que vivimos en condiciones de pobreza poseemos un celular o dos. Yo no me opongo a ello. Todos tenemos derecho a hacer lo que consideremos conveniente. Libre albedrío. Lo que no comparto es que, en casos que conozco, “es más importante tener con saldo el celular que el estómago lleno.” Así como por allí dicen que “no se puede vivir sin radio”, “hoy no se puede vivir sin teléfono celular.”

Pero volviendo a los servicios de que dispongo por poseer celular, puedo decir, que muchos de ellos, directa o indirectamente, contribuyen a deformar las relaciones entre las personas; se planifican asaltos, asesinatos, extorciones, contribuye a que violadores sexuales contacten a sus víctimas, y para que podamos tener novias cibernéticas o del chat, entre otros.

No quiero dejar de lado que muchos accidentes de tránsito han sido por culpa del celular. El mensaje de texto o la llamada tuvo un trágico resultado. Así es nuestra realidad. Lo demás de la historia ya lo sabe usted.

Lo mejor sería que en este nuevo siglo, se implemente a la niñez un uso adecuado del celular. De esa manera, ya no se tendrían tantas escusas a cerca de los efectos negativos que trae consigo el convertirse en un adicto al celular. Claro, esto no quiere decir que todos los que poseemos un celular somos adictos a él, usted lo sabe mejor.