Por: Yolanda de los Ángeles Posada
Era lunes. El día estaba muy cálido. Mientras caminaba por la calle, hacia la escuela, pude ver a una señora que intentaba cruzarse la calle. En mi mente me decía “le ayudo o no le ayudo.”
Al cabo de unos segundos, me acordé de la primera clase de valores, aquella que estaba referida a qué sucede cuando practicamos valores. En ese momento decidí ayudarle a la señora. De repente ella me dijo “muchas gracias.” “No tenga pena”, le respondí. Seguí mi camino hacia la escuela, sintiéndome muy feliz de haber ayudado a alguien.
Al día siguiente, estaba reunida con un grupo de amigos, lo cual consideraba no era tan bueno para mí, porque ellos eran criticados por no practicar valores ni buenos hábitos. Asimismo, se decía no que sabían lo que querían para su futuro.
Un compañero se me acercó y me dijo que por qué me reunía con esos “perdedores”, pero yo le expliqué que mi objetivo era que ellos también se pudieran superar, es decir sean personas de bien. Minutos más tarde me reuní de nuevo con ellos. Me pidieron un consejo. Les prometí ayudarles y ellos dijeron estar dispuestos a hacer lo que fuere con tal de cambiar y ser mejores personas.
Les pedí reunirnos el día siguiente con otro compañero que se había ofrecido ayudar también. Ese día les expliqué acerca de las MALAS INFLUENCIAS y BUENAS INFLUENCIAS que pueden venir de los amigos. En algunos casos, como el de mi amigo y yo, queríamos mostrarles algunas influencias positivas, las cuales habíamos aprendido gracias a un profesor de valores. Nosotros queríamos que ellos pudieran ver la vida de una manera diferente, no como un vacile. Es decir aprender a ayudar a las personas que lo necesiten.
Luego de una semana, todo había cambiado. Esos compañeros que por tiempos habían sido rechazados, los demás cambiaron su actitud hacia ellos. Dijeron que gracias a nuestros consejos pudieron cambiar su manera de vida y poder aprovecharla.
Ese día aprendí que es muy bueno practicar valores, pues no solo ayudan a uno mismo, sino también a los demás. Por ello procuramos ayudar a otros compañeros y demás personas, las cuales me preguntaban que cómo fue que aprendí a ser como soy. Les comenté que los principios y valores inician en nuestra familia, luego en la comunidad, la escuela y la iglesia.
En ocasiones, nosotros los jóvenes optamos por aprender cosas que no son buenas, sin darnos cuenta que hay cosas positivas por aprender, las cuales nos ayudan toda la vida. Una persona me dijo que los jóvenes somos el futuro del país.
Un día le comenté al profesor de valores lo que habíamos hecho mi compañero y yo, y él nos felicitó por hacer el bien a los demás. Gracias a Dios, hoy los días son diferentes para mis compañeros y yo. No debemos hacer cosas inadecuadas solo para impresionar al grupo de amigos, porque debemos prepararnos para el futuro primero.
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lunes, 20 de febrero de 2012
viernes, 17 de febrero de 2012
CUIDADO CON LAS MALAS INFLUENCIAS
Mi nombre es Wilber Martínez. Estudio noveno grado en el Centro Escolar Vuelta de Oro, Lago de Coatepeque. Soy un chavo buena onda y rodeado de muchos amigos. En esta ocasión les quiero contar mi historia.
Cuando estudiaba el octavo grado, en 2010, tuve amistad con unos jóvenes que su vida era “un desorden.” Gustaban de pandillas y de vicios. Cada vez que me reunía con ellos, y llegaba la hora de despedirme, preguntaban que por qué me iba tan rápido. “Tengo tareas de Sociales”, les respondía. Pero ellos me pedían que no las hiciera.
Insistían e insistían hasta convencerme. Y me quedaba con ellos hasta muy tarde. Al llegar a mi casa, mis padres me aconsejaban. Me decían que no me reuniera con ellos porque no eran buenas personas, pero yo lo único que hacía era enojarme.
A medio año recibí la libreta de notas. Mis padres descubrieron que mis calificaciones estaban muy bajas. Especialmente las de sociales. A pesar de que mis profesores y mis padres buscaban aconsejarme, yo no hacía caso.
Sin darme cuenta del problema, comencé a fumar cigarrillos y decidí dejar la escuela. Des pues de haber tomado esa decisión, mis padres me prohibieron salir de casa, para que ya no pudiera reunirme con mis amigos. A pesar de ello, me escapaba porque ya tenía el vicio de fumar. En cierta ocasión, un vecino me vio y se lo dijo a mis padres, por lo que ya no se descuidaban de mí, y solo podía recibir visitas de mis familiares.
Una noche, escuchando la radio, sonó una canción que me gustó mucho. Entendí el mensaje que estaba expresando. Pregunté y me dijeron que se llamaba “Vibra positiva”, y que la cantaba la banda Zona Ganjah. Desde ahí, el reggae me cambió. Me hizo darme cuenta del error que estaba cometiendo. Me arrepentí de haber perdido el año escolar.
Ahora soy una persona con buena vibra. Ya no tengo juntas con personas que me den INFLUENCIAS NEGATIVAS. No soy una persona perfecta, porque tengo errores, pero esta vez busco ayuda en mis padres, maestros y, claro, en Dios.
En la actualidad, escucho música positiva, amo la naturaleza, he dejado de comer carne y trato de no caer en las garras de la hipocresía. Quiero sacar buenas notas en todas las materias, por ello me esfuerzo estudiando.
Amigos y amigas, sigan las buenas influencias, practiquen los valores, empezando por el respeto a ti mismo y al prójimo. Aléjate de la hipocresía, los vicios, las maras y pandillas. Te aseguro que tendrás menos problemas y te sentirás mucho más libre. Buena vibra. JAH BLESS.
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Cuando estudiaba el octavo grado, en 2010, tuve amistad con unos jóvenes que su vida era “un desorden.” Gustaban de pandillas y de vicios. Cada vez que me reunía con ellos, y llegaba la hora de despedirme, preguntaban que por qué me iba tan rápido. “Tengo tareas de Sociales”, les respondía. Pero ellos me pedían que no las hiciera.
Insistían e insistían hasta convencerme. Y me quedaba con ellos hasta muy tarde. Al llegar a mi casa, mis padres me aconsejaban. Me decían que no me reuniera con ellos porque no eran buenas personas, pero yo lo único que hacía era enojarme.
A medio año recibí la libreta de notas. Mis padres descubrieron que mis calificaciones estaban muy bajas. Especialmente las de sociales. A pesar de que mis profesores y mis padres buscaban aconsejarme, yo no hacía caso.
Sin darme cuenta del problema, comencé a fumar cigarrillos y decidí dejar la escuela. Des pues de haber tomado esa decisión, mis padres me prohibieron salir de casa, para que ya no pudiera reunirme con mis amigos. A pesar de ello, me escapaba porque ya tenía el vicio de fumar. En cierta ocasión, un vecino me vio y se lo dijo a mis padres, por lo que ya no se descuidaban de mí, y solo podía recibir visitas de mis familiares.
Una noche, escuchando la radio, sonó una canción que me gustó mucho. Entendí el mensaje que estaba expresando. Pregunté y me dijeron que se llamaba “Vibra positiva”, y que la cantaba la banda Zona Ganjah. Desde ahí, el reggae me cambió. Me hizo darme cuenta del error que estaba cometiendo. Me arrepentí de haber perdido el año escolar.
Ahora soy una persona con buena vibra. Ya no tengo juntas con personas que me den INFLUENCIAS NEGATIVAS. No soy una persona perfecta, porque tengo errores, pero esta vez busco ayuda en mis padres, maestros y, claro, en Dios.
En la actualidad, escucho música positiva, amo la naturaleza, he dejado de comer carne y trato de no caer en las garras de la hipocresía. Quiero sacar buenas notas en todas las materias, por ello me esfuerzo estudiando.
Amigos y amigas, sigan las buenas influencias, practiquen los valores, empezando por el respeto a ti mismo y al prójimo. Aléjate de la hipocresía, los vicios, las maras y pandillas. Te aseguro que tendrás menos problemas y te sentirás mucho más libre. Buena vibra. JAH BLESS.
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