miércoles, 14 de marzo de 2012

REFLEXIÓN

Por: Luis Alfredo Castro


Hubo una vez un joven que, a su corta edad, no tenía idea de lo que hacía. Nunca había asistido a la escuela, porque sus padres nunca le instruyeron.

Este chico le faltaba el respeto a todas las personas, y su madre no era la excepción. Esta situación pasó así por mucho tiempo.

Cierto día, a este joven le pasó una experiencia muy extraña. Una mañana que salió de su casa, vio a una madre y a su hijo hablándose de forma amable y cariñosa. Aquella escena le produjo una sensación extraña. Sintió nostalgia y tristeza. Pensó que debería hacer algo.

Al llegar a casa, se propuso respetar a su madre. Tomó la decisión de asistir a la escuela para aprender valores y no dejar de practicarlos.

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