Por: Luis Alfredo Castro
Hubo una vez un joven que, a su corta edad, no tenía idea de lo que hacía. Nunca había asistido a la escuela, porque sus padres nunca le instruyeron.
Este chico le faltaba el respeto a todas las personas, y su madre no era la excepción. Esta situación pasó así por mucho tiempo.
Cierto día, a este joven le pasó una experiencia muy extraña. Una mañana que salió de su casa, vio a una madre y a su hijo hablándose de forma amable y cariñosa. Aquella escena le produjo una sensación extraña. Sintió nostalgia y tristeza. Pensó que debería hacer algo.
Al llegar a casa, se propuso respetar a su madre. Tomó la decisión de asistir a la escuela para aprender valores y no dejar de practicarlos.
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miércoles, 14 de marzo de 2012
martes, 13 de marzo de 2012
CASOS DE LA VIDA REAL
Por Gerardo Mendoza (Noveno grado)
Esta es una de mis experiencias vividas en el proceso de ser estudiante. A continuación les contaré mi historia.
Cuando estudié en la escuela de Potrerillos tuve un grupo de amigos que tenían muchas malas mañas, les gustaba robar. Un día, andando con ellos, un grupo de personas nos empezó a gritar “mañosos”, pero con andaba con ellos también a mi me acusaban. Lo que yo no sabía era que hacía pocos días les habían robado a esas personas.
Fue tanta la tensión, que decidieron llamar a la Policía para que nos arrestaran. La PNC empezó a recabar pruebas que nos incriminaran. Les preguntaban a las personas que si me habían visto haciendo algo malo. Unos decían que no, otros que no sabían.
Después de varios minutos, resultó que solo ellos habían participado en el robo. No obstante, yo me afligí mucho, pues pensaba que me iban a meter a la cárcel. Pero solo a ellos se los llevaron, porque yo quedé libre de acusaciones. Esto me llevó a pensar que si andamos con malas compañías, algo malo nos puede ocurrir, pues como dicen por ahí “más vale solo que mal acompañado”.
Ya ven que al andar con malas juntas nunca nos va bien, porque como dice el refrán: “el que anda entre la miel, algo se le pega”. Y este casi se cumple en mí, por eso les aconsejo que no anden en malas juntas y que sepamos elegir a nuestros amigos. Porque tal vez uno no ha hecho nada, pero como anda con ellos, también a uno le pasa. Mi consejo es “solo que mal acompañado”.
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Esta es una de mis experiencias vividas en el proceso de ser estudiante. A continuación les contaré mi historia.
Cuando estudié en la escuela de Potrerillos tuve un grupo de amigos que tenían muchas malas mañas, les gustaba robar. Un día, andando con ellos, un grupo de personas nos empezó a gritar “mañosos”, pero con andaba con ellos también a mi me acusaban. Lo que yo no sabía era que hacía pocos días les habían robado a esas personas.
Fue tanta la tensión, que decidieron llamar a la Policía para que nos arrestaran. La PNC empezó a recabar pruebas que nos incriminaran. Les preguntaban a las personas que si me habían visto haciendo algo malo. Unos decían que no, otros que no sabían.
Después de varios minutos, resultó que solo ellos habían participado en el robo. No obstante, yo me afligí mucho, pues pensaba que me iban a meter a la cárcel. Pero solo a ellos se los llevaron, porque yo quedé libre de acusaciones. Esto me llevó a pensar que si andamos con malas compañías, algo malo nos puede ocurrir, pues como dicen por ahí “más vale solo que mal acompañado”.
Ya ven que al andar con malas juntas nunca nos va bien, porque como dice el refrán: “el que anda entre la miel, algo se le pega”. Y este casi se cumple en mí, por eso les aconsejo que no anden en malas juntas y que sepamos elegir a nuestros amigos. Porque tal vez uno no ha hecho nada, pero como anda con ellos, también a uno le pasa. Mi consejo es “solo que mal acompañado”.
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